jueves, 25 de febrero de 2010

Cambio de era: Manifiesto fundacional de Europe Écologie


La historia está parada porque la sinrazón se ha apoderado del mundo. Como testimonian los desarreglos de los mecanismos financieros, el crecimiento del hambre, el agravamiento de las desigualdades y la aceleración del cambio climático, la humanidad está en peligro de perder el control sobre su propio destino. Hemos alcanzado ese momento clave en que todo puede bascular hacia lo irreversible o, al contrario, favorecer una transformación que favorezca la construcción de unas nuevas reglas del juego en la que Europa podría jugar un papel crucial. Caben dos alternativas.

O bien la trayectoria de agotamiento de la generalización de todos los mercados y la depredación ciega se prolonga en el tiempo, y atestiguaremos, por lo tanto, la conjunción de crisis de diversa índole –ecológica, energética, alimentaria, financiera, económica, social e identitaria– que precipitarían el planeta hacia una regresión sin precedentes; o bien las sociedades humanas se re-organizaran, haciendo frente a la espiral de excesos, fractura social y desacoplamiento con el mundo natural a los que nos enfrentamos realizando las reformas necesarias para escapar al caos y construir un nuevo horizonte de esperanza. Es urgente organizarse para lograrlo. Ni mañana, ni a lo mejor… Ahora es el momento.

No hacer nada abriría las puertas a políticas autoritarias para mitigar las penurias y las consecuencias de las migraciones de origen climático. Hacer algo significa evitar la barbarie y elegir la civilización.

No tenemos tiempo. Todos los indicadores están en rojo. Nuestro modelo de desarrollo ha sido pulverizado por la realidad. Cegados por la ideología de un crecimiento sin limites, drogados por el “deja hacer” del liberalismo, el sistema productivista va directo a la catástrofe, como un barco borracho. En todos lados, la inseguridad social se agranda. El progreso pierde sentido en beneficio del crecimiento de la insignificancia y la destrucción de todo lo vivo. La humanidad avanza hacia un desierto.



Otras orientaciones económicas y sociales se imponen. Otro tipo de sociedades son indispensables. Otra política es posible: la de la responsabilidad. El deber de la igualdad universal, la necesidad de reducir la huella ecológica sobre los recursos y los ecosistemas naturales demandan un cambio de era. Debemos de entrar sin mayor dilación en un mundo nuevo, el de una profunda mutación ecológica y social de la civilización. Esta nueva civilización se apoyara sobre los valores de la sobriedad, de la mesura y la moderación, de la colaboración, de la solidaridad y de la democracia, al contrario de las alienaciones comerciales y de las violencias económicas que contaminan los ecosistemas, destruyen a las sociedades, eliminan la diversidad cultural y enredan a los individuos en una competición diaria que crea una frustración permanente.

¿Como construir una alternativa al desencanto del mundo? ¿Cómo hacer posible un cambio basado en el crecimiento personal y el bienestar colectivo? Proponemos una alternativa: la de la regulación de las actividades dirigida esta vez hacia lo humano y la reconciliación con la naturaleza.

* * *

Lo primero que hay que hacer es romper con esta lógica auto-destructiva. Romper con las imposturas sociales y ecológicas de un sistema condenado; romper con los ilusos que intentan corregir solo lo más urgente y que se aprestan a regular lo irreversible; romper con el fatalismo que lleva a acomodarse frente a una situación dolorosa para la mayoría de hombres y mujeres del planeta y para el futuro de nuestros hijos. No saldremos de este atolladero haciendo gestos de cara a la galería, adaptándonos a la lógica dominante o a base de tímidos ajustes sectoriales. Romper, significa ir a la raíz del problema, tanto en el seno de nuestro sistema económico y social como en nuestras practicas individuales. Debemos de modificar la arquitectura de la generalización tanto como el imaginario de cada individuo. Debemos de actuar sobre la estructura de nuestras sociedades y trabajar al mismo tiempo por una insurrección de las conciencias, he ahí los dos desafíos a los que nos enfrentamos para evitar la derrota de la humanidad.

Urge pues reunir las voluntades colectivas para que la humanidad se embarque en otra vía. Otro proyecto de sociedad, otro modelo de civilización… El camino pasa por la refundación progresiva y pacifica de nuestra manera de ser y de vivir, juntos e individualmente. Ni sueño utópico, ni borrachera revolucionaria, el objetivo que debemos de perseguir consiste en abrir el camino a un horizonte emancipador, dando sentido al progreso y consistencia a la esperanza. No defendemos ni mañanas que nunca han de llegar ni programas milagro. Solo buscamos una cosa: unas nuevas reglas, fundadas sobre el imperativo ecológico y social, que cada comunidad humana deberá de establecer por si misma democráticamente. Nuestra propuesta consiste en oponerse paso a paso a las lógicas destructivas y especulativas, a distinguir entre lo que es posible y lo que no lo es, para aglutinar las energías para que la sociedad se embarque en una transición hacia un mundo que, aunque no perfecto, seguirá siendo viable para todos y será más justo para el mayor numero de gente posible.

* * *

Lo que está en juego es tan importante y su urgencia tan acuciante que no podemos seguir consintiendo la tradición de juegos de rol con que la representación política se complace, con sus mangoneos tradicionales que petrifican el futuro y sus crispaciones clánicas que devalúan las conciencias. Sin importar cuales son sus referencias ideológicas, los partidos políticos dominantes se tambalean ante los desafíos del nuevo siglo, y se niegan a saltar el obstáculo del gran cambio que se necesita. Siguen ligados a un tipo de desarrollo insostenible, fundado sobre el mito de un crecimiento exponencial de la riqueza, y al final confiándose al credo absurdo del crecimiento por el crecimiento. Cada uno a su manera, perseveran en la reproducción de mecanismos cada vez más alienantes.

Por lo tanto, el atasco que las fuerzas políticas dominantes imponen a la sociedad debe de ser desatascado. La mayor parte de políticos no están en sintonía con los tiempos de escasez que se avecinan. Son el producto de una época excepcional, la de la revolución industrial y los años del desarrollismo, en que la creencia ciega en la abundancia infinita se hizo con el imaginario colectivo. Esta época consagro el dominio del tener sobre el ser y de lo económico sobre lo político. La matriz común de los partidos políticos, forjada en torno al culto al crecimiento a cualquier precio, impregnado de devoción hacia lo científico y de intolerancia tecnológica, les ha cegado a lo que está ocurriendo. Es por esto que se han negado obstinadamente a escuchar las advertencias lanzadas durante 30 años por el movimiento ecologista. Vivir en este siglo consiste en tomar conciencia de que la era del despilfarro y de la inconsecuencia se ha acabado, que la autorregulación del mercado es un espejismo, que la realidad está determinada por la crisis ecológica y la profundización de las desigualdades sociales. Estos políticos pretenden conducirnos al futuro con sus promesas obsoletas y sus reflejos esclerotizado. A estos partidos rancios debemos de enfrentarnos, electoralmente y democráticamente.

No nos resignaremos jamás a un futuro diseñado por el fundamentalismo del mercado y la ceguera de los incondicionales de la desmesura: un apartheid global basado en el reparto de los recursos y la destrucción de la naturaleza.

* * *

Por todo esto hay que desarrollar un nuevo espacio político en el seno del que se puedan encontrar con toda su diversidad los que estén interesados en la perspectiva de crear un nuevo proyecto de sociedad. Esto no es imposible. Se basa en la aspiración de cada vez más gente de vivir de una manera distinta que no repose tan solo sobre la acumulación, lo ficticio, las deudas y sobre el clamor ciudadano por un reparto más equitativo de la riqueza y un justo intercambio entre los pueblos.

Este modelo alternativo no estará inscrito en ningún dogma ni breviario, aunque este ligado a las más nobles tradiciones humanistas, en particular a la oposición radical al racismo, al antisemitismo, al sexismo y a toda forma de ostracismo y dominación. Este proyecto se construirá paso a paso, a partir de los deseos y necesidades de siete billones de individuos, del interés colectivo de los pueblos de la tierra, de la protección de los bienes comunes, de la expansión de los servicios públicos, del reparto de los recursos y del respeto a los equilibrios existentes entre todos los seres vivos. Estará fundado sobre los valores de la justicia social y la solidaridad global, en la austeridad y la consciencia de los limites, en los derechos humanos y el dialogo democrático. Orientara toda actividad humana hacia la reducción paulatina de la huella ecológica, buscando nuevas formas de consumo, producción, transporte, trabajo, intercambio, innovación y una nueva manera de habitar las ciudades y los territorios en la construcción de una nueva sociedad. Encuadrara rigurosamente los mecanismos de mercado y su prolongación financiera. Estimulara la investigación científica y la creatividad industrial de acuerdo a una perspectiva compatible con las necesidades reales y los limites de la biosfera.

Este nuevo proyecto de sociedad requerirá una nueva regulación económica y social. Se trata de repensar la organización social según el principio de durabilidad, integrando a la vez el imperativo ecológico y la justicia social: durabilidad de los recursos naturales, durabilidad de la diversidad cultural, de los sistemas económicos del mañana, de los contratos sociales y de los modos de vida. Dicho de otra manera, se trata de realizar reformas incompatibles con la hegemonía productivista y consumista que precipita el desgaste ecologico y social a golpe de desregulación, crecimiento del poder financiero, la comercialización y la uniformización.

Ya conocemos los principales instrumentos que conformaran la plataforma electoral de las listas de Europe Ecologie: el decrecimiento del flujo de materias y energía hacia la industrial nuclear y los biocombustibles, una nuevas reglas del juego económicas basadas sobre la proximidad de los intercambios, el fomento de las energías renovables, la búsqueda de nuevos indicadores de riqueza, la regulación del mercado para el fomento de objetivos ecológicos y sociales, el control de los mecanismos financieros, el refuerzo de la economía social y los servicios públicos (servicios de interés general según la terminología europea) en los sectores clave de la vida colectiva (energía, transporte, salud, vivienda, educación, telecomunicaciones, solidaridad social), puesta en marcha de una nueva política fiscal que tenga en cuenta el precio ecológico y que reoriente los comportamientos económicos y la inversión, la protección de los bienes comunes de la humanidad (el agua, el aire, los ríos, los océanos, los bosques, las zonas húmedas y los suelos), protección de las especies, incentivo del trabajo de los campesinos y de los agricultores respetuosos con el entorno, protección del medioambiente y la salud, protección contra la contaminación causada por los pesticidas, modificación de una organización del territorio orientada hacia lo urbano, reorientación de la movilidad de las personas y las mercancías hacia medios de transporte suaves como el ferrocarril o las vías acuáticas, movilización de la investigación científica para favorecer la creación de tecnologías ecológicas, cooperación y co-elaboración con los países del sur, derecho a la soberanía alimentaria, desarrollo de relaciones internacionales en base a la resolución de conflictos, defensa de los derechos fundamentales de las personas (derecho de asilo, derecho de voto para los emigrantes…) y de las libertades individuales, extensión de la democracia a través de vías participativas, refuerzo de los poderes de la justicia respecto a los paraísos fiscales y las practicas mafiosas, respeto a los territorios e identidades culturales en el marco de una Europa federal, reducción del tiempo de trabajo en paralelo a los incrementos en productividad…

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Este nuevo espacio político portador de una nueva política de regulación solo se puede concebir a nivel Europeo, puesto que Europa es nuestra familia, y sin fronteras puesto que el mundo es nuestro pueblo.

Europa es la primera que debe de adoptar medidas puesto que ha explotado más que ninguna otra región sus recursos naturales y los de sus antiguas colonias para construir su pujanza. Incluso hoy, todavía consume más recursos de los que dispone. Su huella ecológica, como la del conjunto de los países industrializados, excede la capacidad biológica del planeta. De media, cada habitante de la Unión Europea utiliza al menos dos veces más de superficie productiva que la biocapacidad disponible. La reducción de este impacto destructivo constituye una prioridad insoslayable. De la misma manera, Europa debe de pagar su deuda. Su desarrollo económico, como el de todos los países industrializados, se efectúa a costa de una extracción masiva de recursos naturales a nivel global. De esta manera Europa se ha convertido en un deudor ecológico masivo a nivel global. Esta deuda marca la relación de la Unión Europea con los países del sur. Los países del sur deben de contar con Europa. A pesar de sus defectos de nacimiento y sus practicas a menudo tecnócratas la Unión Europea ha construido un espacio de paz y cooperación entre los veintisiete estados y 80 pueblos que la componen. La UE se ha sabido interponer como una fuerza conciliatoria en los conflictos. Este es un logro formidable teniendo en cuenta su pasado violento. Sus distintas culturas han demostrado que pueden vivir en paz y enriquecerse mutuamente en un mundo caracterizado por la violencia multipolar y los rebrotes nacionalistas.

También es gracias a Europa que ciertas cuestiones vitales han podido escapar a los egoísmos nacionales y se han encaminado hacia una resolución a nivel del interés general. Europa, por ejemplo, ha sabido ponerse al frente de la lucha contra el cambio climático, ha fomentado la conservación de los espacios naturales y ha sabido imponer restricciones a la industria química…

Más que nunca necesitamos a Europa: porque es en Europa donde tienen lugar la mayor parte de las decisiones políticas que tocan más íntimamente la vida de los ciudadanos, porque ésta constituye nuestra mejor plataforma para abordar los problemas transnacionales, porque Europa podría ser la mejor defensora de los derechos sociales y el medioambiente y construir un modelo alternativo al de la globalización, porque estamos convencidos de que los Estados-Nación solo ofrecen una respuesta parcial e inadaptada a los riesgos globales a los que nos enfrentamos.

Pero la UE no parece una entidad capaz de regular los equilibrios globales según criterios de justicia social y del medioambiente. Sus derivas liberales tienden a confundir lo epifenomenal de una globalización caótica, y se convierte en un acelerador de este procesos. De esta manera los pueblos rechazan Europa porque no se reconocen en sus instituciones. Esto no es sorprendente ya que a los ciudadanos solo se les habla de competitividad y competencia, como si el mercado fuese el único objetivo. Europa está más presente en sus vidas cotidianas que en sus horizontes. Ha llegado el momento de que los Europeos se identifiquen con la perspectiva política de una Europa solidaria y duradera. Poniéndose como meta el ecologismo y lo social, Europa podría convertirse en el motor de una nueva civilización.

Seamos lucidos pero no tengamos miedo. La crisis global a la que se enfrenta la civilización puede ser superada. La humanidad está obligada a reaccionar y cambiar. Posee los medios para ello. Lo que no tiene claro es el objetivo. La intensidad de la presente crisis ofrece paradójicamente la oportunidad de crear las bases para un nuevo mundo construido sobre los mejores valores humanos y que sea capaz de movilizar la inteligencia y la energía a favor de la creatividad, de renovar la democracia y rehabilitar la política. Con la Europa ecológica y social, tenemos la ocasión de encauzar nuestro destino y vivir mejor. ¡Solo a nosotros nos corresponde el aprovechar esta oportunidad!

Han participado en la elaboración de este manifesto los miembros del comité de campaña : François Alfonsi, Danielle Auroi, Jean Paul Besset, Michel Bock, Sylvie Bouleau, José Bové, Yves Cochet, Daniel Cohn Bendit, Cécile Duflot, Pascal Durand, Patrick Farbiaz, Hélène Gassin, Jérôme Gleyses, Rémi Guerber, Marie Isler Beguin, Yannick Jadot, Bernard Jomier, Didier Jouve, Erwan Lecoeur, Patrice Miran, Denis Pingaud, Marianne Robert-Kerbrat, Jean Marc Salmon, Agnès Sinaï, Toufik Zarrougui.

Traducido del francés para EcoPolítica por Francisco Seijo, miembro del comité de Ecopolítica.

miércoles, 24 de junio de 2009

Ecología política española: Retos teóricos y perspectivas prácticas


por Florent Marcellesi*

Artículo publicado en el número 61 de El Ecologista (verano 2009)

Mientras la ecología política se asienta con cada vez más contundencia en el panorama europeo como espacio político propio, el Estado español sigue siendo un caso aparte donde prevalece la debilidad del movimiento verde. Es indudable que la llegada tardía de la democracia, la predominancia de los partidos comunistas y de las cuestiones nacionales en los movimientos postfranquistas, el desarrollo de una fuerte escuela de pensamiento ecosocialista, y la fuerte división interna intrínseca al movimiento verde no ha permitido que aparezca una sólida y perenne correa de transmisión política del movimiento social ecologista. Sin embargo, cabe interrogarse si, 26 años después, sigue válida la pretensión del Manifiesto de Tenerife de tener “una formación política comprometida con nuestra concepción global de la vida y de las relaciones del hombre con su entorno”. De hecho, a la vez que la europeización del espacio ideológico y político se hace más intensa, debemos reflexionar sobre la existencia de un modelo autónomo de ecología política: tenemos que plantear, por un lado, la capacidad de la ecología política de representar una ideología global y, por otro lado, la de trasladar esta visión en la práctica como espacio político propio.

La ecología política como ideología global y transformadora

Mucho se ha debatido acerca de si la ecología política se puede definir como ideología o si representa un simple conjunto de valores que se puede incorporar a otras ideologías existentes. Parto de la hipótesis de Dobson de que la ecología política responde a las tres características básicas de una ideología: promueve una descripción analítica de la sociedad que permite a sus usuarios orientarse en el mundo político, prescribe una forma particular de sociedad empleando creencias acerca de la condición humana y proporciona un programa de acción política desde la sociedad en que vivimos actualmente a la prescrita (1997: 23). De esta forma, la ecología política no puede entenderse como el apéndice medioambiental de otra corriente política y aún menos como una aproximación tecnócrata y sectorial de los problemas ambientales. Al contrario, supone cambios radicales en nuestra relación con el mundo natural no humano y en nuestra forma de vida social y política, y se presenta como «la gran transformación del siglo xxi». No podía ser de otra manera cuando la ecología política —y principalmente a partir de los años sesenta— introduce ante la finitud del planeta el concepto de supervivencia humana y cuestiona directamente el sentido de las sociedades industriales modernas y de la cultura occidental desarrollista: ¿cómo? ¿para qué?, ¿por qué estamos produciendo? Evidentemente este antiproductivismo es un cuestionamiento a las teorías (neo)clásicas dominantes y un ataque estructural al sistema capitalista basado en la acumulación, el fetichismo de las mercancías y la explotación del trabajo asalariado.

Sin embargo, afirmar esto no significa que se pueda asimilar la ecología política automáticamente a la teoría marxista, incluso si ambas pueden converger de forma puntual. Al considerar que lo esencial, la infraestructura, descansa en la economía y en el llamado «trabajo productivo», las raíces del socialismo conllevan una cierta incapacidad de pensar lo ecológico. Es más, Alain Lipietz (2000) —quien teoriza la evolución de lo rojo a lo verde— afirma que el marxismo está agotado como sistema de pensamiento práctico y como guía para la acción transformadora de la sociedad. Considera que la ecología política se opone al marxismo en el punto capital del «progreso de las fuerzas productivas» ya que el paradigma verde, no determinista, no concibe la Historia como la historia de un progreso. Sobre todo, la reducción de la historia natural del género humano a la actividad de transformación y artificialización de la naturaleza por los productores consisten en la mayor contradicción respecto a la ecología política. Ante las propuestas de ecomejoras del núcleo duro del marxismo, Lipietz propone por tanto una «sustitución radical de paradigma: reconstruir el materialismo en torno a otro tronco común [la ecología política], con elementos reciclados cogidos de las ruinas del antiguo paradigma marxista» (ibídem: 188).

Por estas razones, la ecología política se puede entender como un sistema de pensamiento político global y autónomo que responde a unas necesidades históricas concretas y que puede convertirse en un nuevo referente de los movimientos transformadores adaptado a los retos ecológicos y sociales del siglo XXI.

¿Izquierda verde o espacio político propio?

Sin duda, las experiencias del gobierno rojiverde alemán, de los verdes franceses en la gauche plurielle y de los verdes españoles en diferentes CCAA con Izquierda Unida y/o el PSOE, o el dominio ideológico y político en el conjunto ecologista español del ecosocialismo sugieren un modelo de «izquierda verde» (Valencia, 2006). Sin embargo, si pensamos la ecología política como ideología global y autónoma y tras presenciar la construcción de un espacio verde a nivel europeo, dinámico y bien diferenciado, se nos incita a replantear la cuestión de un espacio verde propio en el Estado español. Además debemos tener en cuenta el amplio debate ideológico que agita el movimiento verde europeo acerca del margen de actuación dentro del sistema capitalista y de sus posibles alianzas políticasi, mientras que el movimiento verde español sigue convulsionado por sus relaciones caóticas con las corrientes marxistas (y nacionalistas) y por su voluntad de despegar de una vez de la marginalidad política.

En este sentido, es necesario superar el análisis de la realidad socio-política que gira principalmente en torno al eje colectivista-neoliberalii. De hecho, desde una perspectiva ecologista fuerte, no es suficiente preguntarse quién posea los medios de producción, si el proceso de producción en sí se basa en suprimir los presupuestos de su misma existencia. Dada la magnitud de la crisis socio-ecológica y que lo crucial es el sentido de la producción, el eje productivista/antiproductivista se convierte en un eje estructurante y determinante. Por tanto, este eje tendría que guiar los pasos de cualquier movimiento transformador en busca de un equilibrio satisfactorio entre justicia global y recursos finitos del planeta, entre oportunidades de las generaciones presentes y futuras —y por ende de la supervivencia de la especie humana—, y de la liberación y emancipación del ser humano.

Además, puesto que es una crítica principalmente no marxista del sistema productivista, la ecología política no es reductible o asimilable al ecosocialismo. Sin embargo, tampoco se trata de negar que ecología política y ecosocialismo compartan puntos de encuentro en torno a la crisis ecológica. Al contrario: considero que el ecosocialismo comparte suficientes fundamentos antiproductivistas con la ecología política para que se aleje paulatinamente de su matriz socialista y se produzca un acercamiento cada vez mayor a la matriz ecologista. De hecho, desde una perspectiva europea, el ecosocialismo tiende, en general, a transformarse en una corriente interna del movimiento verde, donde representa una interpretación marxista, hoy en día minoritaria en Europa, de la ecología política. Aunque seguramente dará lugar a alguna que otra polémica, constatamos en términos prácticos que en el seno del Partido Verde europeo la corriente ecosocialista convive de facto con las demás corrientes de la ecología política y todas parecen tener futuro común bajo el paraguas del ecologismo político europeo. No hay razones para que esta dinámica europea no se traslade y concrete también en España, eso sí, recorriendo su propio camino y teniendo en cuenta la historia y el contexto local.

¿Hacia una acumulación de fuerzas ecologistas en el Estado español?

Aunque la izquierda verde haya sido el modelo más desarrollado en España, al entender y definir la ecología política como una ideología global es necesario profundizar la reflexión sobre un modelo de ecología política autónomo, que al mismo tiempo sea incluyente, aglutinador y en constante interacción con la actual recomposición de los movimientos transformadores y alternativos. Ante una creciente europeización de lo verde, cuya influencia es cada vez mayor en nuestro propio tejido sociopolítico, este nuevo paradigma ecologista queda todavía en gran parte por escribir.

En este libro abierto donde se reformulan las posibles coaliciones sociales para combatir el (des)orden actual y donde sólo podemos constatar el fracaso de las estructuras políticas verdes realmente existentes, ¿por qué no plantear un (nuevo) proceso de acumulación de fuerzas ecologistas? Este proceso constituyente se podría articular bajo la forma de una Asamblea Permanente de la Ecología Política con comités descentralizados, encuentros estatales periódicos y abierta a ecologistas de todos los horizontes (político, asociativo, sindical, etc.) y de todas las corrientes (ecopacifistas, ecofeministas, ecosocialistas, medioambientalistas, etc.). Con un calendario de trabajo a uno o dos años vista, sería la ocasión de repensar, refundar y renovar el espacio verde tanto ideológicamente (en plena crisis mundial social y ecológica del liberal-productivismo, ¿qué líneas programáticas para los 5-10 próximos años?) como en su concreción práctica (¿qué estrategia y estructura(s) para desarrollar este ideario?). Sin duda, un desafío estimulante para construir la esperanza del siglo XXI.


Notas:
1. Este artículo se basa en el estudio del mismo autor (2008): Ecología política: génesis, teoría y praxis de la ideología verde , Cuadernos Bakeaz, n.º 85, disponible en http://www.bakeaz.org/es/publicaciones/mostrar/102-ecologia-politic
2. Véase la evolución del ecologismo político en los países del Este, las coaliciones de centro-derecha a escala nacional en Irlanda, Finlandia o la República Checa o la dinámica de unión de los ecologistas para las elecciones europeas en Francia en torno al eje Bové-Cohn-Bendit-Hulot.
3. Otros modelos más completos tienen en cuenta el eje autoritario-libertario. Además en España sería necesario añadir la fuerte influencia transversal de las cuestiones nacionales.

Referencias:
Dobson, Andrew (1997): Pensamiento político verde, una nueva ideología para el siglo xxi, Barcelona, Paidós Ibérica.
Lipietz, Alain (2000): «Political Ecology and the Future of Marxism», Capitalism Nature Socialism, 39.
Valencia, Ángel (ed.) (2006): La izquierda verde, Barcelona, Icaria.

sábado, 18 de abril de 2009

La Geografía y el Ecosociodesarrollo


Autor: Julián Gutiérrez
Fuente: Rebelión

Es un hecho que la problemática ambiental, social y económica actual tiene causas conocidas y bien estudiadas, los actores mundiales que la han causado sabían hacia dónde iban las tendencias en cuanto contaminación, su gravedad, los elementos del entorno a ser afectados, los cambios climáticos que generarían los gases de efecto invernadero a través del calentamiento global; Igualmente, sabían que la aplicación de un modelo económico depredador, el capitalismo, tendría efectos devastadores en la degradación y agotamiento de los recursos naturales, así como la generación de la inmensa pobreza reinante en la mayoría de la población mundial, en un planeta que ha sido generoso en recursos para garantizar un mínimo de bienestar a la mayoría de la población mundial.

Además, la actual crisis económica es parte de un entramado de acciones cuyos resultados se pueden proyectar al pasado y constatar su repetición en las crisis cíclicas ya experimentadas (crisis de los 30s, 80s), debido a operaciones de sobreproducción y maximización de ganancias, rentabilidad máxima, que estalla por el descontrol, por parte de los gobiernos y de los actores económicos privados, descontrol promovido por los mismos agentes políticos a sueldo o colocados en puestos claves del gobierno por los mismos agentes económicos privados. Todo lo anterior debido a un afán de lucro desmedido, en el que nunca es suficiente la concentración de riquezas, tanto a nivel de países como de individuos que poseen los medios para someter países, poblaciones y voluntades, sea de forma encubierta (FMI, BM, OMC, USAID, ONGs, Plan Colombia) o de forma descarada, como las invasiones militares con patente de corso (casos Palestina, Irak, Afganistán), lo que les garantiza amplias opciones de dominio y poder.

Aunque esta crisis resalta por su magnitud y duración probable (no será breve precisamente), ya que los efectos han sido esparcidos y magnificados como un virus mundial por la tan promovida globalización (por cierto nadie señala al culpable mayor, que ahora pretende imponer la solución), mecanismo ya conocido con otro nombre (colonización) en otras épocas y diferentes medios, como lo fue la expansión marítima de los imperios español, inglés, portugués, y demás ejes de poder europeos de la época.

Como en la escena de un crimen, quién quiera saber quienes son los causantes de la actual situación, se deben plantear la siguiente cuestión: A quién beneficia tal acción?, (países, individuos, entidades, grupos), no debemos pensar solamente en términos de beneficios económicos, ya que la creación de desestabilización y crisis puede crear, y efectivamente crea, condiciones para alcanzar otros objetivos de una agenda oculta (expansión de la OTAN, gobierno mundial), aunque en este escrito no es nuestro objetivo desarrollar tal ejercicio, pero es claro que la respuesta es obvia.

Algo que también debe estar claro es que el capitalismo no es sustentable ni ecológica, ni social, ni cultural, ni económicamente. No lo es porque está basado en la obtención, en todas las instancias (individual, de grupo, de empresas, de países), de máximas ganancias en el menor tiempo posible, basado en la producción de bienes, servicios y su comercialización. Producción que depende de una base de recursos naturales finita, y de la explotación despiadada de mano de obra barata, en algunos casos casi esclava. No es sustentable ecológicamente, porque como se dice anteriormente, la base de recursos naturales que lo sostiene posee límites, conocidos como el del petróleo (no renovable), además de los efectos de su utilización en forma de energía (efecto invernadero), y en el caso de los renovables, no se respetan sus ciclos de reposición, como la deforestación de la selva amazónica. No es sustentable socialmente, porque con el objeto de maximizar ganancias, lo hace a través de disminuir costos pagando salarios de miseria, con distribución desigual de la riqueza y creando pobreza en la mayoría de las poblaciones, generando amplias brechas entre las diferentes clases sociales, y por lo tanto potenciales revueltas y levantamientos populares, con la ya planificada represión. No es sustentable culturalmente, porque como se constata busca la homogeneización/uniformización de las diferentes culturas y pueblos del mundo, mediante la creación de necesidades, imposición de conductas, patrones de consumo, modas y transculturización, a través de los medios de comunicación masivos, claramente sometidos mediante chantajes económicos, contratos de publicidad, o parcializados actores muy activos, con fines meramente consumistas de la producción antes nombrada (ver: “- La industria de la mentira y la alienación” en http:/loultimoenpolitica.blogspot.com). No es sustentable
económicamente, porque como se dijo, está basado en la explotación de recursos naturales finitos, y es sabido que si se acaba con el capital natural (recursos naturales), sea por su agotamiento, degradación o contaminación, eventualmente se quedará sin recursos para continuar el proceso de producción.

Si solamente evaluamos las consecuencias, ya suficientemente expuestas, del cambio climático, es por tanto a nuestro entender una crisis civilizatoria, si no reaccionamos, las probabilidades de una catástrofe mundial son extremadamente probables. El cambio climático afectará las garantías de alimentación de la población, generará además grandes desastres naturales, la aparición de plagas y pandemias en ámbitos hasta ahora impensables, por sus efectos interconectados en la climatología. Se verá afectada la calidad de vida de prácticamente todos los habitantes del mundo.

En vista de que el desarrollo sustentable, según su planteamiento original, es inviable en el capitalismo ( ver: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=76844 ), es imperioso entonces plantear modelos alternativos de desarrollo, nuestro objetivo es exponer algunas ideas sobre mecanismos y métodos para diagnosticar la situación (desentrañando sus verdaderas causas), así como para proponer medidas de solución.

Según Aristóteles: el objetivo de los seres humanos es determinar qué es una “Buena vida”, para después dedicarnos a vivirla. La función de los gobiernos es ayudar a los ciudadanos a conseguir ese objetivo, el Estado de bienestar de la ciudadanía. Entonces los conceptos claves son: Bienestar y Calidad de vida. La forma como elegimos desarrollarnos, o desenvolvernos en el territorio que ocupamos tendrá consecuencias económicas, sociales y ambientales, consecuencias que se manifiestan y tiene su expresión más fiel en el paisaje o espacio geográfico. Entendemos al Ecosociodesarrollo como una propuesta de gestión democrática de la producción de bienes y servicios básicos y esenciales para la mayoría de la población de un determinado territorio, sea el municipio, la región, países o el ecosistema Tierra, con la premisa de que para poder pensar en el bienestar del ser humano, calidad de vida a largo plazo, debemos pensar previamente en la preservación del medio físico que le da la base natural de recursos para producir ese bienestar, y absorbe los subproductos contaminantes y degradantes generados en el proceso, ya que manteniendo la integridad del entorno se garantiza el bienestar tanto de las generaciones presentes como futuras.

Es importante dejar claro que “calidad de vida” y “nivel de desarrollo” son conceptos relativos y subjetivos. Cada población, sociedad o grupo debe definir lo que considera calidad de vida, por supuesto, teniendo en cuenta que su “bienestar”, no puede estar basado en la degradación de la calidad de vida de otros grupos, sociedades o poblaciones, ya que lo haría tremendamente injusto, por lo tanto insustentable.

Tenemos un problema: el crecimiento sostenido es insostenible (producción-consumismo-deuda-producción), porque lo que la fuente de recursos es finita: la Tierra. (ver: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=79498). Estamos de acuerdo con las bondades de un Decrecimiento, aunque pudiera sonar contradictorio con desarrollo, se debe entender que desde la perspectiva del Ecosociodesarrollo se busca, además de cubrir necesidades básicas, una disminución de las horas de trabajo para aprovechar el tiempo libre en el crecimiento espiritual, el estudio, la inventiva, la creatividad, el ocio, el fomento de las relaciones familiares y comunitarias, la solidaridad. Si abandonamos la producción de bienes suntuarios o innecesarios, o de los que la publicidad se esfuerza por crearles su aparente “necesidad”, además de no caer en la trampa del endeudamiento (préstamos bancarios, tarjetas de crédito) podemos dejar la carrera de trabajo, consumismo, deuda, estrés, trabajo, consumismo, deuda, estrés.

Para comenzar un ejercicio de análisis, podemos plantearnos las siguientes preguntas:

- Porqué los países denominados indistintamente a través del tiempo: subdesarrollados, del tercer mundo, del sur, emergentes, algunos siendo tan ricos, la mayoría de ellos, en recursos naturales, mantienen esta condición?.

- Porqué en los países capitalistas más avanzados económicamente (USA, Europa) se ha logrado crear pobreza, miseria?

- Porqué los avances científicos y tecnológicos se hacen mayoritariamente en los países ya desarrollados?

Veamos ahora el siguiente enfoque, nada innovador (Ya Yves Lacoste lo planteó en su libro “Geografía del subdesarrollo”, 1973, 1982), aunque poco aprovechado para resolver nuestros problemas, como países e individuos sometidos y explotados, y el problema ambiental al cual nos enfrentamos como humanidad, ya que persiste tal situación.

- La Geografía, sus principios y el Análisis Geográfico

A través de la historia de la humanidad el Hombre ha tenido la curiosidad de explorar su entorno y más allá de las fronteras físico-naturales que le rodean, tal aventura de conocimiento nació en África, según las teorías actuales más reconocidas, posteriormente, la misma necesidad de conocimiento y su reproducción por diferentes medios dio origen a la ciencia geográfica. La Geografía (Geo: “Tierra”, Grafía: "describir" o "representar gráficamente") es la ciencia que estudia la tierra como medio de vida, las sociedades que la habitan y los territorios, paisajes, lugares o regiones que forman al relacionarse entre sí (http://es.wikipedia.org/wiki/ Geograf%C3%ADa). Otro concepto puede ser: la ciencia que estudia los hechos y los fenómenos físicos, biológicos y humanos, considerados en su distribución sobre la superficie de la Tierra, así como la investigación de las causas que los producen y sus relaciones mutuas.

- Hechos y fenómenos geográficos

En la superficie de nuestro planeta se observan ciertos estados de la materia que no varían sensiblemente, o cuya variación es tan lenta que no puede ser apreciada en el corto lapso que dura la vida de un hombre, invariabilidad que se manifiesta en la permanencia de su situación, forma y extensión. A tales estados se les conoce bajo la denominación de "hechos geográficos". Son hechos geográficos, por ejemplo, la superficie del planeta, la extensión de las porciones marítimas y continentales, la forma general de los océanos, islas y continentes, la altura de las montañas, las planicies y las depresiones.

Por oposición, en la misma superficie terrestre se efectúan, en un instante o en un breve tiempo, modificaciones en la situación, forma o extensión en los elementos geográficos que reciben el nombre de "fenómenos geográficos". Tales son, entre otros, el desgajamiento de los montes, la desviación de los ríos y el cegamiento de los manantiales; la formación de grietas, que ocurre con frecuencia en los grandes terremotos; la formación de conos y mantos de lava, escorias y cenizas durante las erupciones volcánicas; los deslizamientos de tierra que acompañan a la estación lluviosa en los suelos con fuerte declive; la devastación de las vertientes de las eminencias nevadas producidas por los aludes o avalanchas de nieve; la alteración de la línea costera producida por las grandes tempestades y marejadas; la formación de conos o mantos detríticos durante las grandes inundaciones; la tala de los bosques por el hombre, la apertura de tajos, túneles y canales para las vías de comunicación.

En síntesis, los "hechos geográficos" se refieren a un estado más o menos permanente de la superficie del planeta y los "fenómenos geográficos", a una modificación “rápida” de la misma.

- Los problemas fundamentales de la Geografía

Los hechos y fenómenos geográficos de cualquier categoría deben ser estudiados desde tres ángulos fundamentales. En el primero debe estudiarse cómo están repartidos los diversos grupos de hechos y fenómenos geográficos sobre la faz de la Tierra? (problemas de distribución); en el segundo las causas que motivan estos hechos? (problemas de causalidad); y en el tercero, las relaciones existentes entre unos y otras? (problemas de conectividad).

Los Geógrafos abordan el estudio general del medio y las sociedades que lo habitan desde diversas tradiciones, en algunos puntos complementarias y en otros contradictorias. Éstas son:

Los geógrafos próximos a la tradición física estudian varios aspectos del medio físico (relieve, clima, vegetación, etc.).
Los más próximos a la tradición corológica estudian sistemas territoriales, ya sean éstos espacios naturales (sistemas naturales/regiones naturales) o sociales (regiones humanas/espacios sociales).
Los próximos a la tradición ecológica estudian las interacciones entre los grupos humanos y el medio físico (y también el medio humanizado).
Los que se decantan más bien por la tradición paisajística, se concentran en el estudio de paisajes naturales y paisajes culturales o humanos.
Los geógrafos partidarios de la tradición espacial estudian la localización y distribución de fenómenos naturales y culturales.
Los geógrafos más cercanos a la tradición social estudian a las sociedades y a los medios que éstas habitan.

Para su ejercicio, es necesario aplicar los principios de la Geografía (1). La facilidad de la Geografía para establecer conexiones con otras disciplinas del conocimiento científico, han facilitado la integración de la misma en trabajos multi e interdisciplinares. Al estudiarse elementos y factores, con sus características, las relaciones existentes entre los mismos, el uso de métodos deductivos, inductivos, analíticos y sintéticos, no ha habido muchas dificultades para introducirse en el análisis de sistemas, concibiendo el Medio, el Paisaje, a las Regiones y al Territorio como conjuntos de Sistemas Ambientales y Territoriales. En estos Sistemas espaciales prestamos atención a sus caracteres, a las relaciones, densidades, flujos, percepciones, formas, distribuciones, localizaciones, estructuras, organizaciones y tipologías existentes. De esta manera, el análisis geográfico nos adentra en un camino complejo a través de los lugares, entornos, paisajes, localizaciones, estructuras, relaciones, procesos de diferenciación, a diferentes escalas y teniendo presente la variable temporal.

La aplicación de los principios geográficos (1) como la 1.- localización, 2.- la distribución o extensión, 3.- la generalización o comparación, 4.- la causalidad, 5.- la conexión o relación, y 6.- la actividad o evolución, son de indudable interés para afrontar la reflexión sobre los Sistemas Ambientales y Territoriales, junto a su introducción en las fases de inventario y análisis de las diferentes modalidades de evaluaciones ambientales.

1.- La localización nos servirá no sólo para conocer el lugar ocupado por un elemento en el sistema, sino que nos dice la posición que ocupa en el mismo en relación a los otros elementos y al entorno del sistema.
2.- La distribución nos lleva a analizar el alcance, extensión o magnitud del elemento y sus características, las probables influencias, las repercusiones en el sistema y su entorno, tanto en sus aspectos estructurales como funcionales.
3.- La generalización o comparación nos permite conocer las semejanzas, analogías y diferencias, existentes entre los elementos, características y relaciones del sistema, así como con otros sistemas.
4.- La causalidad permite conocer los factores que actúan sobre todas y cada una de las partes del sistema, con sus correspondientes consecuencias.
5.- El estudio de las conexiones o relaciones es fundamental para el conocimiento de las estructuras, las interacciones, interdependencias, influencias recíprocas, niveles de jerarquización y la funcionalidad general del sistema.
6.- El principio de actividad o evolución, nos permite trabajar en los procesos dinámicos, en los cambios y transformaciones, en las variables más significativas que, a lo largo del tiempo han afectado a los diferentes estados del sistema.

Es a través de los anteriores conocimientos básicos sobre la Geografía, que el autor conoció en sus primeros años universitarios en un curso denominado “Problemas del Subdesarrollo”, dictado por una excelente profesora, allá por el año 1977, el porqué la condición de “subdesarrollados” de nuestros países del “Sur” no es al azar, y que las causas son fácilmente descifrables, lo que no se acepta es porqué seguimos en esa condición, algo sobre lo que tenemos la obligación de actuar. La Geografía ha tenido diferentes etapas a lo largo de su evolución como ciencia, desde la básica “Descripción de la Tierra” hasta reconocer que todo está interrelacionado y que es excelente herramienta para descifrar el porqué de nuestro actual estado de desarrollo, con sus diferencias entre países e individuos, así como su efecto en el entorno que explotamos para obtener el tan deseado bienestar, y proponer métodos para solventar las
problemáticas generadas.

Es sabido que actualmente en el mundo hay una descarada concentración de la riqueza en unas minorías y creación de pobreza en las mayorías, lo que se manifiesta en países ricos y países pobres, debido a la explosión de la crisis capitalista actual, dentro de un mismo país rico se han hecho evidentes individuos y grupos exageradamente ricos (generalmente son minorías) y habitantes pobres (de hecho las mayorías). Tal fenómeno geográfico es estudiado por la disciplina llamada Geografía de la pobreza, pobreza con consecuencias asociadas como el hambre, la delincuencia y el crimen. En 1776 el economista escocés Adam Smith planteó algo del tema en su obra: “La riqueza de las naciones”, defendía allí Smith que la mejor receta para lograr la prosperidad era una economía de libre mercado, en la que el gobierno dejara amplia libertad para la obtención de beneficios en los negocios. Una vez comprobados los resultados, desde el año pasado (2008) y a futuro, de la crisis económica mundial actual, ya vemos lo que el “Libre mercado”, con sus modernos admiradores, logra hacer al dejársele actuar tan libremente!!!.

En los tiempos actuales se comprueba la vigencia de los escritos de Lacoste, criticado, entre otros, por adivinen quién?: el Opusdei! (ver: http://www.opuslibros.org/ Index_libros/Recensiones_1/ lacoste_geo.htm), su principal crítica es que es un documento, “Geografía del subdesarrollo”, con intenciones políticas, nos preguntamos: es que a fin de cuentas no debemos estar claros en nuestras ideas (Ideología) para así poder definir un modelo de desarrollo propio y estructurar la “Política” que rija nuestras acciones, y poner a trabajar las disciplinas necesarias (la Geografía) para conocer nuestra condición y tratar de mejorarla?. Condición, por cierto, impuesta por la ideología capitalista.

- Un breve ejercicio

Pasemos ahora a desarrollar un breve y sencillo ejercicio aplicando los principios de la Geografía. La idea es identificar y reconocer cuáles principios pueden aplicarse para estudiar las causas de la pobreza o subdesarrollo predominante en algunos países, así como proponer la aplicación de algunas herramientas metodológicas geográficas para su solución.

A través del tiempo algunos grupos humanos han logrado un mayor desarrollo que otros, se ha documentado que los que evolucionaron primero del nomadismo al sedentarismo y desarrollaron primero la agricultura, tuvieron ventajas comparativas para la generación de conocimientos y tecnologías, y a la vez formaron y alimentaron ejércitos que les permitieron conquistar otros grupos y pueblos, la mayoría de las veces con el fin de conquistar territorios que les garantizaba recursos, ampliando así sus dominios, y posteriormente sus “Imperios”. Imperios que se han desarrollado y fenecido a lo largo de los siglos, los mas recientes el Inglés y el Español, y el más reciente y activo el imperio americano, que destronó a ambos. El inglés tuvo sus colonias, las cuales, sin grandes variaciones, son actualmente países subdesarrollados, el español, igualmente “generó” una lista de países incluidos en los del tercer mundo.

Nuestro fenómeno geográfico es la “Pobreza”, que tiene ubicaciones especificas (principio de localización), aunque no necesaria y solamente determinadas por el entorno (hechos geográficos), además de las condiciones propias de cada sociedad, grupo o país, podemos encontrar países pobres con entornos ricos en recursos naturales, como algunos de África y América Latina, en este último subcontinente es representativo de lo anterior Bolivia (que en su momento formó parte de otro imperio: el Inca), el cual sufrió la conquista y saqueo del imperio español, ejemplo patente de lo anterior es Potosí. Se ha argumentado que países pequeños y sin costas tienen pocas posibilidades de desarrollo exitoso, pero tenemos los casos de Suiza, Andorra y Lichtenstein, que están entre los países más ricos, porqué?, son paraísos fiscales!!!.

La pobreza está ampliamente extendida por el mundo en diferentes magnitudes (principio de distribución), incluso, actualmente se está generando pobreza en los países desarrollados (USA, Europa), por la aplicación, a ultranza, de los preceptos neoliberales del capitalismo salvaje, privatización de servicios públicos, desregulación bancaria y financiera, abaratamiento del despido, contratos basura, erosión de las garantías sociales. Si comparamos el fenómeno de la pobreza en sus diferentes manifestaciones (principio de generalización o comparación), podemos observar que no es lo mismo un pobre en los Estados Unidos y Europa que uno en América Latina o el África, hasta hace poco el fenómeno de los “Homeless” (los sin techo) en USAmérica no estaba tan expandido, pero de septiembre del 2007 a estos momentos se ha agudizado, al menos su exposición en la prensa, miles de familias perdiendo sus hogares y formando las “tent cities”, en las afueras, por ejemplo, de Los Ángeles, relacionado al mecanismo de las hipotecas basura. En África, continente rico en recursos naturales, ya es lugar común, hace décadas, ver niños famélicos que no tienen que comer, y a pesar de eso, en EEUU se tiraba la producción de cereales para que no bajaran los precios de los alimentos.

En adelante se verá la relevancia de los dos siguientes principios en la explicación de la situación de subdesarrollo de la mayoría de los países. Nos preguntamos: cuál es el factor común en la generación de pobreza?. Dos de los principios geográficos más importantes, en el análisis de la pobreza, son el de causalidad y el de conectividad. Si analizamos los hechos históricos (principio de causalidad), además del papel jugado por otros factores (limitación en recursos naturales, bajo nivel de formación, etc.) podemos ver que los pueblos sometidos bajo el yugo de naciones imperialistas, generalmente han mantenido su condición de pobreza, pero ahora, vemos que no solamente, las élites mundiales, han sometido otras naciones para garantizar su bienestar, si no que también son capaces de crear pobreza en sus propias poblaciones.

Nos preguntamos, cómo es posible que un puñado de países (G-7, G-20) puedan imponer sus reglas a la mayoría de las demás naciones?, está demás decir que aplican el principio de divide y vencerás (casos antigua URSS, Kosovo, Bolivia), utilizan la corrupción mediante sus trasnacionales, invaden militarmente alegando causas inventadas como la guerra contra el terror (Irak), y si no pueden aplican el veto en las Naciones Unidas! Y hablan de democracia y libertad. Es por lo tanto perentorio desenmascarar las estructuras de poder, instituciones y métodos (principio de conectividad) que han utilizado para generar la riqueza de pocos y la pobreza en la mayoría. Sería interesante analizar el funcionamiento de los organismos multilaterales (BM, BID, FMI, OMC), su influencia en los países en los que han impuestos sus recetas económicas y sus resultados, por ejemplo, en la Argentina, de un gran e industrializado país en los 50s, granero del mundo, pasó a no ser dueño ni de su servicio de correos y la distribución del agua! (ver en http://www.vnavarro.org/“El G-20 y el Fondo Monetario Internacional”).

Es interesante hacer un análisis comparativo entre los procesos de colonización y globalización, en ambos el resultado es la extracción sistemática de riqueza de la periferia hacia el centro, es decir, desde América Latina, además de Asia y África (periferia) hacia el centro (imperios español, británico, estadounidense). Qué no fue sino un vulgar saqueo de recursos la famosa conquista española?, barcos repletos de oro, plata, e infinidad de riquezas surcando los mares hacia la metrópoli, incluyendo la implantación de la lacra de la esclavitud (y se autodenominan el occidente civilizado), y además se les debe agradecer la “evangelización” !!!, la magistral obra de Eduardo Galeano, “Las venas abiertas de América Latina”, es una buna referencia. Actualmente ese papel lo juegan los EUA, y sus socios menores, solo que a través de sus instituciones facilitadoras: BM, BID, OMC, USAID, etc.etc.etc. (sobre el BM ver
http://www.omal.info/www/ article.php3?id_article=2058), y a través de sus trasnacionales. Todo el saqueo económico anterior, les ha permitido generar holgura económica y ahorros que les permiten dedicar tiempo, esfuerzo y personal a la formación y a la investigación, lo que les da ventajas en la producción de conocimiento y tecnológica de punta, que conlleva a su vez a disponer de nuevas formas de sometimiento, tanto organizacional, en inteligencia, como en armamentos, en detrimento de otros países (principio de causalidad).

Hay un dicho que dice “pobre México, tan cerca de los EUA y tan lejos de dios” (ver: www.kaosenlared.net/noticia/mexico-1848-gran-despojo-sangriento-4 y anteriores), aunque si dios permite que lo represente la jerarquía de la iglesia católica, es mejor que también esté lejos de dios (casos Inquisición, guerra civil española: la alianza Franco-Iglesia en el genocidio del pueblo español). Recordad el dicho “las religiones son el opio de los pueblos”, actualmente para las élites mundiales, además de las religiones, el opio de los pueblos son la cocaína (¿porqué el tráfico ha aumentado en Colombia y Afganistán desde la ocupación de ambos países por parte de USAmérica??), el fútbol, el béisbol, las discotecas, los centros comerciales, y cuando eso no contenga a las poblaciones con hambre, a propósito de la actual crisis mundial, pues tienen a los medios de represión y legislaciones más restrictivas y de control (“Patriot act”), ya listos para actuar, hasta con sus propios ciudadanos.
Si analizamos los diferentes movimientos de liberación, cuestionadores y revolucionarios, vemos que han aparecido y se han desarrollado (principio de actividad o evolución) a partir de situaciones insostenibles de pobreza, falta de derechos humanos, injusticias (dictaduras impuestas por los EUA en A. Latina, África, Asia), el genocidio de los indígenas americanos, la discriminación de los negros en USA, de los latinoamericanos, marroquíes y turcos en Europa.

Es un hecho que la crisis energética que se aproxima será crucial para la sobrevivencia de la humanidad, bajo un modelo de gestión capitalista es imposible hacer los cambios necesarios, por los costos que implica, de reducción del uso del petróleo, por su seguro agotamiento, mientras se cambia a energías alternativas al mismo. Los países más ricos tienen una deuda económica y moral con el resto de los países, ya que su desarrollo ha puesto en riesgo la sobrevivencia de la Humanidad. Los cambios globales ambientales que se avecinan, por el cambio climático, nos afectarán a todos, pero, saben ustedes quienes podrán enfrentarlos con mayor éxito?, los más ricos por supuesto.

En el interesante documento “Evolución histórica de las teorías de desarrollo: el papel de la geografía en el estudio del subdesarrollo, de Carlos Tapia García (3), encontramos lo siguiente: “una sociedad puede considerarse desarrollada cuando ofrece bienestar a todos los individuos que la componen durante un periodo de tiempo lo suficientemente largo como para poder precisar además que debe ser soportable por el lugar en el que transcurren los acontecimientos. La forma de materializar ese desarrollo – generador de innumerables discusiones – es algo que debe quedar estrictamente a voluntad de los individuos, de modo que el término adquiere un sentido de libertad para elegir el camino que cada sociedad – y dentro de ella cada individuo – estime más oportuno para sí, con la única cortapisa de respetar el entorno (Nota del autor: entendemos al entorno tanto natural como socioeconómico, La Tierra y sus ocupantes) para que ese bienestar no termine consigo. En este contexto el papel de los estados, sobre los que normalmente reposa el calificativo de desarrollados o subdesarrollados, es el de proporcionar los instrumentos necesarios para que las sociedades y los individuos que los componen alcancen ese bienestar. El subdesarrollo entonces, definido en términos de carencia de bienestar social, puede entenderse como una incapacidad de algunas sociedades, bien sea por propia ineficacia o por impedimentos ajenos a ella, para dotarse de las estructuras necesarias encargadas de suministrar ese bienestar. En esencia el subdesarrollo puede ser caracterizado por una serie de estructuras deficientes a gran escala –estructuras políticas, económicas, sociales, espaciales, ...– incapaces de ofrecer un marco adecuado para el bienestar humano”.

En relación al tan cacareado discurso de las potencias, actuales y pasadas, de “Bienestar, Libertad, Democracia y Derechos humanos”, es clave entender que nadie nos regalará tales derechos (recordad la conquista de América por parte de los españoles, y la actitud hegemónica de los EUA), debemos conquistarlos nosotros mismos, luchar por ellos, no será gratis su alcance, implica luchas nacionales contra los explotadores y opresores, ellos saben que si nos desarrollamos y producimos nuestros alimentos, nuestro bienes, quién les comprará su producción?, por eso promueven tanto la apertura al libre comercio, a las “inversiones”, la globalización, etc. En relación a los alimentos es interesante aprender cómo llevan años tratando de controlar su producción (ver: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=83502).

Cualquier hecho o fenómeno natural, físico-natural o socioeconómico, en este caso la pobreza y la degradación ambiental, por poseer coordenadas geográficas de localización, génesis y evolución que le caracterizan, puede ser sujeto de estudio por parte de la Geografía. La Geografía tiene sus técnicas y métodos, tanto para el diagnóstico como para las propuestas de solución, entre otras, viejas conocidas como las Evaluaciones de Impacto Ambiental, la Ordenación Territorial, la Ecología del Paisaje, y nuevas herramientas, como las Evaluaciones Ambientales Estratégicas, la Evaluación de la Sostenibilidad, el Índice de Desarrollo Humano, el Cálculo de la Huella Ecológica, para diagnosticar y proponer medidas correctivas y mitigantes.

Pensamos también que el EcoSocioDesarrollo tiene un ámbito, que pensado desde lo local puede tener repercusiones en lo global, aplicando todos los principios geográficos, se propone entonces un ámbito de acción a partir de la Gestión comunitario-municipal sostenible, escala geográfica que permite a los actores, gobierno y ciudadanos, interrelacionarse de forma más efectiva y generar sus propias soluciones y correctivos. Al ser el Municipio la principal puerta de entrada del ciudadano al Estado, los cambios que se presenten en la calidad de su gestión y modernización incidirán directamente en la evaluación general que tengan los ciudadanos de la administración, servicios públicos, y sostenibilidad de la gestión en general, ambiental, social, cultural y económica. Como elementos claves, para lo anterior, consideramos a la Educación y a la Participación Ciudadana, elementos primordiales en una Democracia Participativa. Temas que serán abordados en próxima entrega.

- Algunos documentos revisados

(1) - http://www.ingeba.euskalnet.net/lurralde/lurranet/lur23/evalest/evalestr.html
(2) - http://www.monografias.com/trabajos11/cartuno/cartuno.shtml
(3) - http://www.ingeba.euskalnet.net/lurralde/lurranet/lur21/tapia21/tapia21.htm

miércoles, 30 de enero de 2008

EL CAPITAL NATURAL


Texto de Paul Hawken, publicado en la revista Integral (Junio y Julio de 2000)

Resumen del libro Natural Capitalism (1999),

de P. Hawken, A. Lovins y L. Hunter Lovins.

1. EL CAPITAL IGNORADO

En algún punto a lo largo del camino del capitalismo de libre mercado, las sociedades más desarrolladas como la nuestra se han convertido también en las más derrochadoras del planeta. La mayoría de nosotros lo sabemos. Está el derroche que se ve: atascos de tráfico, vídeos irreparables, tazas de café de poliestireno, cementerios de basura. Y está el derroche que no se ve: gases invernadero, residuos radioactivos y químicos errabundos. Y está además el derroche social en el que no queremos pensar: personas que viven bajo mínimos, ancianos olvidados por la sociedad, delincuencia, creciente racismo…

Estamos acostumbrados a percibir el deterioro social y ambiental como algo distinto, sin relación alguna. Pero de hecho, los dos son producto de la misma lógica industrial. Si retiramos la cortina ideológica lo que vemos es que el industrialismo, incluso según sus propias normas, es un sistema extraordinariamente ineficaz.

El industrialismo moderno apareció en un mundo muy diferente del que vivimos hoy en día: menos gente, menos bienestar material, abundantes recursos naturales. Como resultado del éxito de la industria y del capitalismo, estas condiciones se han invertido ahora. Actualmente, un mayor número de gente persigue una cantidad menor de recursos naturales.

Pero la industria todavía opera bajo las mismas normas, utilizando más recursos para hacer a una cantidad menor de gente cada vez más productiva. La consecuencia es un derroche masivo tanto de recursos como de gente.

Dentro de unas décadas, reflexionaremos sobre la época de finales del siglo XX y nos preguntaremos por qué las empresas y la sociedad ignoraron estas tendencias durante tanto tiempo: cómo una especie pensó que podía florecer mientras la naturaleza menguaba. Los historiadores mostrarán, quizá, cómo los políticos, los medios de comunicación, la economía y el comercio crearon un régimen industrial que derrochó nuestro medio ambiente social y natural, y llamó a eso crecimiento. Como describió Bill McKibben: “las leyes políticas y las leyes de la física han crecido de un modo cada vez más divergente y las leyes físicas no es muy probable que transijan”.

La actividad económica requiere de sistemas de vida para su prosperidad; pero es propio de estos tiempos que sea necesario decirlo. De hecho, el sistema industrial se basa en principios contables que provoca rían la bancarrota de cualquier empresa.

Capital Natural

Las teorías de la economía convencional no dirigirán nuestro futuro por una razón muy simple: nunca han puesto el “capital natural” en el balance económico. Cuando se incluye, no como un bien gratuito ni como un suministro infinito, sino como una parte integrante y valiosa del proceso de producción, todo cambia. Los precios, los costes, y aquello que es y lo que no es económicamente bueno cambia drásticamente.

Las industrias destruyen el capital natural porque, históricamente, siempre se han beneficiado de hacerlo. Mientras que las empresas creaban con éxito más productos y trabajos, el consumidor cada vez pedía más, agravando la destrucción del capital natural. Todo esto está a punto de cambiar.

Todo el mundo está familiarizado con la definición tradicional de capital como la riqueza acumulada en forma de inversiones, bienes y equipamiento. El “capital natural”, por otro lado, comprende los recursos que utilizamos, tanto los irremplazables (petróleo, carbón, hierro) como los reemplazables (bosques, pesca, pastos). Aunque habitualmente pensamos en los recursos reemplazables en términos de materiales necesarios, tales como la madera, su valor más importante reside sin embargo en los servicios que pueden proporcionar. Dichos servicios, aunque diferentes, están relacionados con los propios recursos. No se trata de pasta para papel, sino de la protección del bosque; no es comida, sino la capa superficial del suelo. Los sistemas de vida nos alimentan, nos protegen, nos curan, limpian, nos permiten respirar. Son los “ingresos” que se derivan de un entorno saludable: aire y agua puros, climas estables, pluviosidad, productividad de los océanos, suelo fértil, cuencas, y las funciones menos apreciadas del medio ambiente, como el procesamiento de residuos, tanto naturales como industriales.

Nature´s Services, un libro publicado en 1997 por la bióloga de la Universidad de Stanford Gretchen C. Daily, estima en trillones de dólares el valor de los servicios de un ecosistema básico recibidos anualmente a través de la actividad económica.

Factor límite

Hasta 1970, el concepto de capital natural era algo absolutamente irrelevante en la actividad económica, y todavía lo es en la mayoría de compañías. A lo largo de toda la época industrial, los economistas consideraron el capital social (dinero, fábricas…) como el factor principal en la producción industrial y percibieron el capital natural como un contribuyente marginal. La exclusión del capital natural de las hojas de balance era una omisión comprensible. Existía en tal cantidad que parecía que no valía la pena contarlo. Pero eso ya se ha acabado.

Históricamente, el desarrollo económico ha afrontado un variado número de factores restrictivos, incluyendo la disponibilidad de mano de obra, recursos de energía, maquinaria y capital financiero. La ausencia o merma de un factor restrictivo puede impedir que un sistema crezca. Si te encontraras aislado por una tormenta de nieve, necesitarías agua, comida y calor para sobrevivir. Tener más cantidad de sólo uno de esos factores no puede compensar la ausencia de otro. Beber más agua no compensa la falta de ropa si te estás congelando.

En el pasado, aun aumentando los factores restrictivos, las sociedades industriales seguían desarrollándose económicamente. Aunque no siempre de un modo agradable: la esclavitud “satisfacía” la falta de mano de obra, del mismo modo que la inmigración lo hacía con las altas tasas de natalidad. Las empresas mineras explotaron carbón, petróleo y gas para satisfacer las crecientes demandas de energía. La necesidad de ahorrar mano de obra provocó la invención de máquinas de vapor, hiladoras, cosechadoras y telégrafos. El capital financiero se volvió universalmente accesible mediante bancos centrales, créditos, la bolsa y los mecanismos de cambio de moneda.

Como las economías crecen y cambian, surgen ocasionalmente nuevos factores restrictivos. Cuando eso sucede sobreviene una reestructuración masiva. Nada funciona como antes. Comportamientos que se consideraban económicamente seguros se vuelven inseguros o destructivos.

El economista Herman E. Daly advierte que estamos afrontado una coyuntura histórica en la que, por primera vez, los límites a la creciente prosperidad no son la falta de capital de cosas hechas por la mano del hombre, sino la falta de capital natural. Los límites de la pesca no son los barcos, sino las reservas de peces; los límites de la producción de pasta de papel y leña no son los aserraderos, sino bosques poblados.

Como todos los otros factores restrictivos anteriores, la emergencia del capital natural como una fuerza económica planteará un problema para las instituciones reaccionarias. Pero para aquellos que deseen aceptar los desafíos de una nueva era, presentará una increíble oportunidad.

El precio de la información

El valor del capital natural se ve enmascarado por un sistema financiero que nos facilita información incorrecta. El dinero, los precios y los mercados no nos proporcionan información exacta acerca de cuánto cuestan nuestros suburbios, autopistas y el poliuretano. Es todo lo demás lo que nos facilita una información exacta: nuestros agobiados aires y ríos, nuestra tierra demasiado utilizada, nuestros núcleos urbanos deprimidos. Todo esto proporciona una in-formación que nuestros precios deberían facilitarnos y no lo hacen.

Diré algo que sonará sorprendente: la economía de los Estados Unidos no está creciendo en absoluto y ha dejado de crecer hace unos 25 años. Obviamente, no nos estamos refiriendo al Producto Interior Bruto (PIB), que se mide en dólares, el cual ha aumentado un 2,5 por ciento anual desde 1973. Sino que hablamos de bienestar, porque a pesar de este crecimiento hay poca evidencia de una mejora en la vida, ni de mejores estructuras, ni de aumentos reales en los salarios, ni de más tiempo para el ocio y para la familia, ni de una mayor seguridad económica.

La lógica aquí es simple, aunque poco ortodoxa. Desconocemos si nuestra economía está creciendo porque los índices en los que confiamos, como el PIB, no miden el crecimiento. El PIB mide las transacciones monetarias basándose en la presunción de que cada vez que un dólar o una peseta cambia de manos se produce un crecimiento económico. Pero hay una gran diferencia entre los intercambios financieros y el crecimiento. Compara por ejemplo una reforma en tu hogar con una estancia de dos semanas en el hospital por los daños sufridos por un accidente de coche. Digamos que ambos cuestan lo mismo. ¿Cuál es crecimiento? El PIB no hace distinción entre lo uno y lo otro.

Actualmente, los economistas cuentan la mayoría de los desperdicios industriales, ambientales y sociales como PIB, junto con los plátanos, coches y muñecas Barbie. El crecimiento incluye todos los gastos, no importa si la sociedad se beneficia de ellos o la perjudican. Esto incluye por igual el coste de los servicios de urgencias y las prisiones, las limpiezas de tóxicos y los refugios para gente sin hogar, las denuncias y los tratamientos para el cáncer, los divorcios y toda la basura a lo largo de los laterales de cada carretera.

En lugar de contar el deterioro como parte del crecimiento económico, necesitamos restar lo que perdemos de lo que ganamos para poder ver si estamos avanzando o quedándonos rezagados. Desgraciadamente, en lo que se refiere al crecimiento económico, los gobiernos usan una calculadora sin el signo de menos.

Desperdiciar personas

La industria siempre ha buscado aumentar la productividad de los trabajadores y no de los recursos. Y por buenas razones. La mayoría de los precios de los recursos han bajado durante 200 años, debido, y no en pequeña medida, al extraordinario aumento de nuestra habilidad para arrancar, cosechar, navegar, extraer y explotar los recursos. Si la competencia favorece a los proveedores con bajo precio, y los recursos son baratos, entonces los negocios utilizarán naturalmente más y más recursos para maximizar la productividad de los trabajadores.

Tal estrategia resultaba sensata cuando la población era menor y los recursos abundaban. Pero para hacer frente a las necesidades del futuro, la economía de los negocios contemporáneos es pre-copernicana. No podemos curar las heridas sociales o “salvar” el medio ambiente mientras nos aferremos a las anticuadas presunciones industriales de que el colmo del progreso de una empresa es utilizar más aparatos y menos gente. Nuestra manera de pensar es retrógrada: no deberíamos usar más de aquello que escasea (capital natural) para poder usar menos de lo que tenemos en mayor cantidad (gente). Es como quemar los muebles para calentar la casa.

Nuestra búsqueda de aumentar la productividad de la mano de obra a cualquier precio no sólo merma el medio ambiente sino que también reduce la mano de obra. Del mismo modo que el exceso de producción puede agotar la capa superficial del suelo, el exceso de productividad puede agotar la mano de obra. La presunción básica de que una mayor productividad conducía a disponer de más tiempo para el ocio y mayor bienestar, aunque fuera cierta durante unas cuantas décadas, ahora se ha convertido en un mal chiste. En Estados Unidos, por ejemplo, las personas que trabajan –y supuestamente son más productivas- se encuentran con que están trabajando entre 100 y 200 horas más por año que hace 20 años. Y a pesar de eso, los sueldos reales no aun aumentado en más de 20 años.

Al mismo tiempo, a las personas que han sufrido un reajuste de plantilla o han visto su trabajo desaparecer por completo se les dice, como a millones y millones de jóvenes en todo el mundo, que hemos creado un sistema económico tan ingenioso que no les necesita, excepto tal vez para hacer algún servicio doméstico.

Aun así seguimos buscando obstinadamente nuevas tecnologías que permitan que esto siga durando. Hoy en día, despedimos a personas perfectamente capaces, para exprimir otra oleada de beneficios. Cuando, tal y como dijo el físico Amory Lovins y Ernst von Weizsäcker ha advertido repetidamente, lo que debemos despedir son los kilovatios no productivos, los barriles de petróleo, las toneladas de material y la pasta de madera de los bosques viejos, y contratar a más gente para hacerlo.

De hecho, reducir el uso de los recursos contribuye a crear más puestos de trabajo y disminuye el impacto que producimos en el medio ambiente. Podemos crecer, usar menos recursos, bajar los impuestos, aumentar el gasto social, reducir el tamaño de las Administraciones y empezar a restaurar los entornos dañados, tanto los naturales como los sociales.

Llegados a este punto, es fácil ser escéptico. Si las alternativas económicas son tan atractivas, ¿por qué no las estamos poniendo en práctica ya? Es una buena pregunta. Pero para que no penséis que estos proyectos son redomadamente optimistas, tenéis que saber que mi optimismo surge de la magnitud del problema, no de la facilidad de las soluciones.

2. CRECER SIN DESTRUIR

En el año 2050 la población mundial puede doblarse, según las peores perspectivas, y los estándares de vida también, si contamos con que la parte del mundo que se está desarrollando económicamente compartirá el mismo tipo de vida y consumo que predomina hoy en día en las sociedades desarrolladas. Para hacer posible esto, los recursos usados (y los residuos relacionados con ellos) deberían multiplicarse por 16 en estas cinco décadas. Los gobiernos, la ONU y las corporaciones industriales trabajan con estos datos. Pero en privado nadie cree que pueda aumentarse el rendimiento industrial en un factor ni remotamente cercano a 16 si tenemos en cuenta los límites naturales del planeta.

Hasta el momento, hemos creado retorcidas teorías económicas y sistemas contables para no abordar el problema de la productividad de los recursos disponibles y del despilfarro que conlleva nuestro actual modelo económico. Puedes ganar el Premio Nobel de Economía y viajar al Palacio Real de Estocolmo en una berlina dorada creyendo que los viejos bosques que rodean el camino son más valiosos en forma de liquidez (convertidos en cajones para fruta o Páginas Amarillas), que como una preocupación creciente. Pero pronto nos daremos cuenta colectivamente de lo que cada uno de nosotros, individualmente, ya sabe: es más económico cuidar de algo (una casa, un coche, un planeta) que dejar que se deteriore y tratar de arreglarlo después.

Evitar el despilfarro

¿Por qué no es eficiente nuestra economía? Porque despilfarra los recursos. Por ejemplo, los coches son apenas eficientes en un 1%, en el sentido de que por cada 100 litros de gasolina, de hecho, sólo un litro hace mover a los pasajeros. Del mismo modo, sólo entre un 8 y un 10 por ciento de la energía utilizada para calentar el filamento de una bombilla incandescente se transforma en luz visible. Las moquetas sintéticas permanecen en el suelo durante unos doce años, después de lo cual se que-dan en los cementerios de basura durante unos 20.000 años o más; es decir, una vida activa inferior a un 0,6%.

Según Robert Ayres, un líder en el estudio del metabolismo industrial, aproximadaente un 94% de los materiales extraídos para ser utilizados en la fabricación de productos perdurables se convierten en desechos, incluso antes de que el producto llegue a fabricarse. En total, la eficacia de los materiales y de la energía que se utiliza en un país como Estados Unidos no sobrepasa el 1 o 2 por ciento. Dicho de otro modo, la industria norteamericana utiliza cien veces más material y energía de lo que teóricamente es necesario para poder prestar los servicios a los consumidores.

Amory Lovins publicó en 1976 su ahora famoso ensayo “Estrategia de la energía: ¿El camino que no se ha seguido?”. El argumento de Lovins era simple: en lugar de seguir una trayectoria harto difícil, pidiendo un aumento constante del suministro de energía, hay que plantearse cómo suministrar el uso final de la energía con el menor coste posible. Dicho de otro modo, a los consumidores no les interesan los vatios, las unidades térmicas o los gigajulios. Los consumidores quieren lugares de trabajo bien iluminados, duchas calientes, hogares confortables, transporte eficaz… La gente quiere el servicio que proporciona la energía. Lovins señaló que un sistema de energía inteligente proporcionaría este servicio a un bajo coste. Como ejemplo, comparó el coste del material aislante con el coste de la energía nuclear. La política de construcción de plantas nucleares representaba la doctrina de “suministrar energía a cualquier coste” que todavía perdura hoy en día. Lovins afirmó que no tenía sentido utilizar plantas de energía nuclear caras para calentar los hogares y luego dejar que ese calor se escape porque a los hogares les falta aislamiento. Lovins sostenía que podríamos ganar más dinero ahorrando energía que derrochándola. Sus predicciones resultaron ciertas, a pesar de que sus propuestas fueron desatendidas durante mucho tiempo. Hoy en día, la energía nuclear está moribunda, no a causa de las protestas antinucleares, sino porque no es competitiva.

En 1976, los expertos discutían si Estados Unidos podría llegar a conseguir un ahorro de energía del 30%. Décadas después, habiendo obtenido ya un ahorro de más del 30% con respecto a los niveles de 1976 (lo que significa 180.000 millones de dólares al año), los expertos se preguntan si ahora podemos conseguir entre un 50 y un 90 por ciento de ahorro adicional. Lovins cree que podríamos ahorrar hasta un 99%. Puede parecer ridículo, pero no más de lo había sonado al principio de la Revolución Industrial la reivindicación de que los trabaja-dores del sector textil usaran engranajes y motores para aumentar su eficacia.

La revolución de la productividad de los recursos está a punto de cruzar un umbral similar. Las tecnologías más perdurables –como ventiladores, luces, bombas, motores y otros productos que hayan dejado registro probado de su efectividad, combinado con un inteligente diseño mecánico y de construcción- podría reducir en un 90% su consumo de energía.

Hacer más con menos

La revolución de los recursos emerge en todas las áreas de los negocios. En la industria de los productos forestales, los centros de intercambio de información están identificando ahora cientos de técnicas que pueden reducir el uso de la madera y de la pasta de madera hasta en un 75% sin disminuir la calidad de las viviendas, los “servicios” su-ministrados por el papel y los libros o la necesidad de un pañuelo de papel. Los constructores pueden utilizar ahora docenas de materiales, incluidos los hechos a partir de arroz y espigas de trigo, papel prensado y tierra, en vez de tacos, láminas de madera y hormigón.

Los arquitectos del “nuevo urbanismo”, como Peter Calthorpe, Andres Duany, Elizabeth Plater-Zyberk y otros, están diseñando comunidades que podrían eliminar en un 40 o 60% el uso del coche. Las transacciones a través de internet pueden hacer que los grandes centros comerciales se conviertan en algo obsoleto. Hay en cambio nuevos chips que pueden almacenar increíbles cantidades de información en piezas microscópicas, diodos que emiten luz durante 20 años sin la necesidad de bombillas; lavadoras ultrasilenciosas que no necesitan agua, calor o jabón; materiales superligeros más fuertes que el acero; papel que se puede reimprimir y “desimprimir” de nuevo; tecnologías que reducen o eliminan la necesidad de plaguicidas o fertilizantes; polímeros que pueden generar electricidad a partir del talón de tu zapato; y techos y carreteras que se utilizan además como colectores de energía solar.

Por supuesto, algunas de estas tecnologías resultarán poco prácticas o tendrán incluso efectos secundarios indeseados. Pero a pesar de ello, hay mil otras tecnologías haciendo cola, que van contra la corriente derrochadora actual y en pos de una mayor productividad de los recursos.

Qué debemos fomentar

¿Cómo pueden los gobiernos ayudar a ir más rápido en este nuevo camino empresarial? La implicación más fundamental es simple de imaginar, pero difícil de ejecutar: debemos revisar el sistema de impuestos, para dejar de subvencionar comportamientos que no queremos (que generan el agotamiento de los recursos y la contaminación) y no gravar con impuestos lo que queremos (más bienestar y trabajo).

Los impuestos y las subvenciones son información. Todo el mundo actúa cada día según esta información. Los impuestos hacen que algo sea más caro para comprar; las subvenciones bajan los precios artificial-mente. En muchos países se subvenciona la explotación ambiental, los coches, las gra-des corporaciones y los enredos tecnológicos. Subvencionamos la producción de energía proveniente del carbón y del petróleo; subvencionamos masivamente un sistema de transporte que nos ha llevado al despropósito urbanístico actual, con ciudades que no paran de crecer; subvencionamos tecnologías arriesgadas como la fisión nuclear y sistemas de armas que nunca se utilizarán (afortunadamente)…

Subvencionamos asimismo la recogida de basuras en todas sus formas, desde los cementerios de desperdicios hasta los cementerios de residuos nucleares. Con todo esto, alentamos una economía que desperdicia el 80 por ciento de lo que consumimos después de un único uso.

En cuanto a la agricultura, lo subvencionamos todo: las producciones agrícolas, la agricultura no productiva, la destrucción agrícola y la restauración agrícola… Luego está el dinero que destinamos a las empresas: tierra barata arrendada para abrir estaciones de esquí, bancos mal gestionados que no van a la quiebra porque pagamos entre todos el agujero que dejan…

Estas son algunas de las actividades que fomentamos. Aparentemente, lo que impedimos es el bienestar laboral y social, ya que sobre todo gravamos con impuestos las rentas del trabajo y los beneficios, desaniman-do a ambos. Una política que apoye la productividad de los recursos requerirá cambiar el sentido de los impuestos; pasar de gravar lo “bueno” del trabajo a gravar los “males” sociales de la explotación de recursos, la contaminación, los combustibles fósiles y los residuos. Este cambio en los impuestos debería ser un “ingreso neutral”. Es decir, por cada dólar o peseta de impuestos que graven adicionalmente los recursos o los desechos, se debería eliminar un dólar o una peseta de los impuestos que gravan el trabajo. Como se aumenta el coste de los residuos producidos y los recursos utilizados, los empresarios ahorrarán dinero contratando mano de obra fiscalmente menos cara, en vez de recursos más caros.

El propósito de este cambio en los impuestos sería cambiar “lo que está sujeto a impuestos”, no “quién” está sujeto a impuestos. Pero no hay ningún traslado de impuestos que sea uniforme, y sin un ajuste previo que favorezca a las capas sociales con menos ingresos, aplicar impuestos a los recursos sería más bien socialmente regresivo. Por eso, hay que hacer un esfuerzo para mantener el mayor peso de los impuestos en los grupos de mayor renta. Lo que tenemos que definir es el propósito del sistema impositivo, porque aparte de generar ingresos, el sistema actual no tiene un objetivo definido. Por supuesto, cambiar sólo los impuestos no cambiaría la manera actual de hacer negocios. Este cambio debe venir acompañado además de una amplia serie de cambios políticos en cuestiones de mercado global, educación, desarrollo eco-nómico, econometría (incluyendo medidas de desarrollo y bienestar) e investigación científica. Y también cambios que permitan profundizar la democratización de los estados.

El futuro nos pertenece

En 1750 pocos podían imaginar el resultado de la industrialización. Hoy en día, la expectativa de una revolución en la productividad de los recursos en el siglo XXI es igualmente difícil de asimilar. Pero promete una economía que utilizará progresivamente menos material y energía, con unos servicios y productos que seguirán mejorando. Una economía que puede detener el deterioro ambiental. Y, finalmente, una sociedad en la que tengamos disponible más trabajo útil y que valga la pena, que cantidad de gente para llevarlo a cabo. ¿Una visión utópica? No. La condición humana permanecerá. Seguiremos siendo poco previsores, sabios, estúpidos o justos. Ningún sistema económico es una panacea y tampoco puede hacer que una persona sea mejor. Pero como el siglo XX nos ha enseñado dolorosamente, un mal sistema seguro que puede destruir a buena gente.

No consiste en hacer cambios súbitos, desarraigar instituciones o fomentar trastornos para un nuevo orden social. Consiste en tomar pequeñas y críticas decisiones que pueden beneficiar a los factores económicos y sociales de muchas maneras. Para los negocios, las oportunidades son enormes y claras. Con la población doblándose en algún momento del siglo que viene, y la disponibilidad de los recursos per cápita cayendo a la mitad o tres cuartos en este mismo período de tiempo, ¿qué factor en la producción piensas que valoraremos más y cuál menos?

Grupos como Earth First!, Rainforest Action Network y Greenpeace, al abordar cuestiones como el efecto invernadero, la contaminación química o la pérdida de viveros, vida salvaje y bosques, están haciendo más por preservar la actividad económica que todas las cámaras de comercio juntas.

El futuro pertenece a los que entiendan que hacer más con menos es bondadoso, próspero y duradero y, asimismo, más inteligente e incluso más competitivo.